Batalla equivocada

La primera vuelta electoral eliminó la esperanza de muchos y prendió la de otros, pero tras la ya tan cercana segunda vuelta por la presidencia de Guatemala, sin importar quien gane, vendrá la batalla por la jefatura de la “República Independiente” del Ministerio Público (MP) y la permanencia de su primer ministro el famoso Rafael Curruchiche, fiscal de la FECI, Fiscalía Especial contra la Impunidad.    A nuestro juicio esta es la batalla equivocada. No sé si es simplemente, que obsesionados con lo inmediato siempre postergamos lo importante o si es que la niebla de nuestra guerra interna no nos permite ver dónde estamos  y lo que hay que hacer. Somos como unos pocos soldados perdidos en la selva, sin mapas, sin liderazgo, incapaces de distinguir entre amigos y enemigos. Así las cosas, batallas se ganarán y perderán, pero la guerra continuará interminable y sin estrategia, “lo que todos queremos” nunca se logrará. Tratemos de despejar la niebla un poco.

Las guerras y la batalla que viene

En Guatemala se libran muchas guerras visibles e invisibles de diversa intensidad. Hoy aquí hablamos de solo una. La guerra contra la corrupción en el gobierno. En nuestro país, la corrupción se considera como un delito de impacto social, lo cual aunado a que, como involucra a funcionarios con poder tiende a quedar impune, hace que el delito caiga, acorde a la Ley vigente, en el ámbito de la FECI. Así, en un mundo teórico de legisladores ingenuos, el presidente y el MP luchan juntos en esa guerra, el presidente evitando que actos corruptos sucedan y el MP actuando cuando estos se dan. Sabemos que la realidad es otra.

Viendo hacia el futuro, ell resultado de la segunda vuelta presidencial presenta dos posibles escenarios. Caso la victoria sea del diputado Bernardo Arévalo, la batalla ya iniciada entre este y el MP arreciará y no se detendrá tras la toma de posesión del nuevo presidente. Es de esperar una lucha más intensa e impredecible que la librada entre el entonces presidente Jimmy Morales e Iván Velázquez de la difunta CICIG.  Para ganar esa lucha es posible que el presidente intente cambiar la ley para poder despedir a la Fiscal. Veremos si logra el apoyo y los votos de quienes él ha acusado de ser “los corruptos de siempre”.  En todo caso, el resultado de esa lucha únicamente determinará si la batalla por el nombramiento de un nuevo Fiscal General ocurrirá a muy corto plazo o hasta que lleguemos al final del período de la actual Jefe del MP, Consuelo Porras.

Como segundo escenario estaría la victoria de la ex primera dama, Sandra Torres en la segunda vuelta presidencial. En ese caso podemos asumir que habrá un cierto acomodo entre la presidencia y la fiscalía, y que la batalla por la sucesión o permanencia de la Fiscal General se dará al aproximarse el 16 de mayo 2026.  En ambos escenarios, en la batalla por el nombramiento del nuevo o de la nueva Fiscal General participarán todos los grupos de presión, legales e ilegales, analistas, políticos e inclusive gobiernos de otros países. Será una gran batalla y dependiendo del individuo seleccionado, podrá o no, parecer como un paso adelante hacia esa Guatemala que todos queremos, pero lo más probable es que solo determinará el grupo que, temporalmente, tendrá la sartén por el mango.

¿qué es lo que queremos?

Lo que “todos” queremos es en verdad algo preocupante. Queremos ser otro país, no el que somos. Queremos algo así como una operación de cambio de sexo. No es mi opinión, es lo que oigo y leo. Constantemente, por todos los medios se repite el deseo de “una Guatemala diferente”, generalidad que permite a cada uno imaginar que quien utiliza la expresión se refiere a lo que quien recibe el mensaje sueña, recurso engañoso que evita discusiones a fondo y aparenta consenso donde no lo hay. Este es un asunto importante que dejamos para otro día, pero vale mencionar que el único partido que presentó en su plan de Gobierno una propuesta para reformar el Congreso y lograr la elección directa de diputados, un verdadero cambio de sistema fue Cabal, y su candidato presidencial Edmund Mulet, el único que accionó en contra de la persecución de periodistas,  quedó desplazado a un séptimo lugar por otros cuatro que no prometieron cambios sistémicos, así como por los votos en blanco y los nulos, opción que resultó ser la más votada. La mayoría de los escaños del futuro Congreso quedaron al partido oficial que claramente prometió continuar con “lo mismo”. ¿Quién nos entiende? Ganó la protesta indefinida y el “continuismo”, y perdió la propuesta, tal vez débilmente presentada, por un cambio real y positivo.

Seamos más concretos: ¿Qué queremos del MP? Nuevamente la respuesta parece complicarse con diversidad de opiniones sobre la prioridad principal. Hay quienes claman porque se investigue a “los poderosos” culpables de todos nuestros males. Para otros lo principal es perseguir usurpadores de fincas y ladrones de energía. Yo confieso que me sentiría cómodo si se olvidan de los Generales octogenarios y se concentran en los ministros ladrones y en los narco-alcaldes. No hace mucho Iván “El Terrible” priorizó lo que más le molestaba: el financiamiento electoral, y me atrevo a decir que seguramente la ciudadanía en general estaría bastante contenta si tan solo pudiera vivir sin sentir que su vida y pocas posesiones están en constante riesgo. Demasiadas opciones.

 La complejidad sin embargo solo es aparente, pues no se trata de tomar una decisión democrática sobre las prioridades de la justicia. El MP debe perseguir todos los delitos por igual y punto. Una justicia guiada por las prioridades de la opinión pública del momento no es justicia. Caso el MP deba fijarse prioridades debido a realidades de recursos estas deben derivarse estrictamente de la indiscutible gravedad de los delitos, de preferencia así priorizados técnicamente en leyes no coyunturales y de ser necesario excepciones o casos especiales, establecerlos también en ley.

El anterior deseo creo gozaría de consenso. Desear un MP que simplemente haga su trabajó no es algo extraordinario. El problema es que bajo el sistema actual eso será muy difícil y caso se lograra, nada impediría que a los cuatro años se nombrara un nuevo Jefe del MP que haga todo lo contrario. Por eso es la batalla equivocada. La batalla que hay que dar no es por un funcionario sino por un cambio en el sistema de elección del Jefe del MP. Necesitamos un sistema que al menos nueve de cada diez veces nos dé un Fiscal General con las cualidades requeridas en cualquier país civilizado para que las leyes se cumplan. Un sistema, además, que sin comprometer la independencia y poder que la posición demanda para ser efectiva, provea un mecanismo para rectificar una selección errada en un plazo razonable.

 ¿Qué hemos aprendido?

Antes de ponernos a “arreglar” las cosas conviene repasar las “lecciones aprendidas”. Sin profundizar ni enumerarlas todas, señalamos:

  • Es infantil pensar que el jefe del MP va a investigar y perseguir a quien lo nombró. El caso de Telma Aldana es especial pues seguramente la CICIG le hizo una propuesta para subirse al bote salvavidas o hundirse con el barco, lo cual no podía rechazar.
  • Un Fiscal General independiente y poderoso puede llevar a juicio hasta a el Presidente, pero también puede serle fiel al Presidente, venderse al mejor postor, perseguir a quien se le ocurra e inclusive amenazar a la Comisión de Postulación para obtener su reelección. O sea, que si es realmente independiente puede hacer lo que le dé la gana, lo que prueba que lo importante no es su independencia sino su INTEGRIDAD,
  • Importar a alguien “de afuera” no garantiza imparcialidad. Los extranjeros no son extraterrestres y tienen y traen sus propios sesgos.
  • Pedirle a Decanos, personas normalmente “componedoras” y ajenas a la política, que gratuitamente y sin haberlo solicitado o deseado, se jueguen la tranquilidad de sus vidas para evitar que un mal candidato quede dentro de la lista de seis posibles, es pedirles demasiado.
  • La tabla de gradación por puntos para evaluar candidatos es la tontería más ridícula que hayamos inventado, y además de ridícula, inútil. Todos los miembros de la Comisión de Postulación son, por definición, abogados de trayectoria con conocimiento del gremio y casi con solo oír los nombres de los candidatos, sin tener que leer currículos, seguramente saben quiénes son los mejores. Sus opiniones arbitrarias deberían ser bienvenidas.
  • De nada sirve presentarle al Presidente cinco buenos candidatos para el MP si la lista de seis incluye a su favorito.  De nuevo, tonto e inútil.
  • Insertar en la política de manera permanente o inclusive eventual a organizaciones académicas o profesionales no mejora la política, solo destruye a esas organizaciones.
  • Una cosa es no tener antecedentes penales y otra es ser honesto. Una tercera y diferente es ser “de reconocida honorabilidad”, atributo difícilmente aplicable a quien no sea  una persona muy conocida y admirada en el medio o comunidad dentro de la cual se desenvuelve.

Todo lo señalado lo hemos vivido y lo sabemos, pero parece que no lo vemos como algo que requiera de acción.

¿Qué hay que hacer?                                                                       

Involucrarse.  También crear conciencia y consenso, pero debemos ser claros. El reto no es para los ciudadanos, el problema es que nos han fallado las elites. La academia, los medios con sus entrevistadores y comentaristas y los políticos nos han fallado. A ellos como líderes y formadores de opinión les toca estudiar y debatir para transformar problemas y deseos en soluciones. Son nuestras élites, lo cual hay que entender, no excluye ni a  intelectuales ni a empresarios, quienes deben ver con ojos de estadistas lo que se necesita hacer hoy para lograr lo que la gente quiere mañana.

De nuestra parte desde el 2015 hemos propuesto modificar el MP y crear un cuarto poder encargado de mantener a raya a la corrupción. Lo propuesto no es algo inaudito, de hecho, en forma imperfecta ya existe y se llama FECI. Claro que lo que hemos propuesto es diferente en muchos aspectos, siendo uno de los más importantes la forma de seleccionar al funcionario. Seguro que habrá otras ideas, ojalá mejores, pero lo que no se vale es decir que “no es el momento” o que “el Congreso nunca lo aprobará” o que tocar la Constitución es peligroso”. Si hay peligro, hay que afrontarlo, y si hay consenso sobre puntos específicos y la población apoya, los políticos cederán. Años atrás se logró crear un sistema de conteo de votos efectivo y resistente. ¿Porque no vamos a poder crear ahora un sistema de elección para el MP, o para el cuarto poder que hemos propuesto, que sea igualmente efectivo y resistente?

Pero hay que dar las batallas: Señalar la necesidad. Motivar el debate. Diseñar la solución.  Obtener apoyo.  Lograr el cambio. Tareas que no son para la masa sino para nuestros líderes. ¿Líderes? ¿Cuáles? No lo sé, pero habrá que encontrarlos. Aquí vemos el gran daño causado al meter en las Comisiones de Postulación a casi todas aquellas organizaciones normalmente ajenas a la política y que en tiempos de crisis pueden ejercer un liderazgo moral. Las politizamos y ahora que las necesitamos, no las tenemos.

Batallas equivocadas

Las razones geopolíticas que llevaron a la guerra de Vietnam podrían señalar que toda esa guerra fue una batalla equivocada, pero lo más interesante fue el fracaso militar. Cuando era estudiante en Estados Unidos, se dio la batalla por la colina 937.  El ejército estadounidense decidió tomar la elevación, pues dominaba un área de operaciones. Recuerdo que los estudiantes opuestos a la guerra se burlaban de sus propios soldados incapaces decían, de tomar una pequeña colina, pues los intentos de avance eran repetidamente rechazados por el ejército de Vietnam del Norte. Tras diez días de lucha el ejército norteamericano llegó a la cima. Semanas después la colina fue abandonada, carecía de importancia estratégica.  Las bajas del lado norteamericano fueron 372 heridos y 72 muertos en una colina sin importancia.  EE. UU. no solo ganó esa batalla, sino todas las batallas militares en Vietnam, pero perdió la guerra. La batalla que no ganó era la importante, “la batalla por el corazón y la mente de los vietnamitas”. Ganaron las batallas equivocadas y perdieron la guerra. No nos equivoquemos nosotros. La importante batalla por la mejora del sistema ya se volvió urgente mientras continuamos entretenidos luchando a favor o en contra de un candidato.

Enrique Maza Z, 14 de agosto 2023.

Nota: En este blog no soñamos una Guatemala “diferente”, abogamos por un mejor gobierno y como consecuencia un mejor país. Definimos “mejor” a través de propuestas específicas sobre organización y procesos que a nuestro juicio darían ese resultado.



 

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