La Partidocracia Contrataca a la Reforma Electoral

Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie.

TANCREDI. Giuseppe Tomasi di Lampedusa

Hay dos formas de destruir pacíficamente un movimiento. Una es atacando sus propuestas directamente, lo que requiere de argumentos certeros y contundentes. La otra es unirse al mismo para dominarlo y orientarlo hacia los cambios que nada cambian. Nuestro Congreso astutamente parece haber elegido la segunda opción, y este año su dirigencia abanderará los cambios a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) para modificar el sistema electoral con énfasis en lograr dos grandes avances: La equidad de sexos en el Congreso y el fin del transfuguismo de los diputados. Asociaciones y formadores de opinión sostienen que si bien estos cambios no cumplen con todo lo deseado, los mismos deben apoyarse, pues constituyen un progreso indiscutible. Como los niños de Hamelin, marchan encantados por la música del flautista, sin ver a donde van. Contrario al deseo de la población, el resultado de la reforma electoral propuesta será la solidificación del poder de los partidos políticos y su victoria sobre la lucha por un mayor poder ciudadano.

El Poder Legislativo de Guatemala

Para entender la declaración anterior hay que entender las fuerzas que confluyen en el Congreso de Guatemala, sus motivaciones, formas de operar y necesidades. Hay en el Congreso, seguramente, un número de diputados esparcidos en diversos partidos que buscan, con o sin ideología definida, el bien del país. No son mayoría. Las fuerzas principales están compuestas por políticos semidelincuentes y delincuentes semipolíticos que se entremezclan. Para unos, el fin último es la toma del poder ejecutivo y su función principal en el Legislativo es la de perjudicar a sus competidores, obteniendo en el proceso los beneficios personales que se puedan. Para otros el fin principal es el beneficio inmediato, centrándose en la obtención de contratos para sus seudoempresas y exigiendo un pago por votar a favor o en contra de casi cualquier ley que se proponga. Unos y otros llaman a la búsqueda de esos beneficios personales “negociación política”.

Estos dos grupos conforman una masa chiclosa que, dentro de cierto límite, responde a las demandas de los medios y organizaciones, internacionales o locales, pues consideran que eso es necesario para mantener tranquilas las aguas y viable su propósito o negocio. También jalan y empujan a esta masa deforme quienes desde afuera del Congreso desean, por los motivos más variados, puros o tenebrosos, tener influencia en el Legislativo. Seguramente no faltará quien haga una “contribución” mensual, ni quienes prefieran no inmiscuirse, aceptando únicamente pagar la extorsión o soborno que se requiera cuando sea necesario implementar o evitar una ley que los afecte. Así ha sido por décadas y pasará mucho tiempo antes de que cambie.

Una de las mayores frustraciones que afecta a esta amalgama es la dificultad de mantener el control de los votos. Para un financista o “líder” político, gastar varios millones para tener un número de votos y luego descubrir que no se tienen cuando se necesitan, no es ninguna gracia. Hasta ahora, una de las pocas armas para mantener la lealtad ha sido “la lista”, y la amenaza de rebajar de posición en la próxima elección a los indisciplinados. Si bien esta arma no es muy efectiva, peor sería no tenerla, por eso es que el mantenimiento del sistema de votación por lista es tan importante para los partidos. Una ley o reglamento que amarrara a los malagradecidos sería mucho mejor.

La equidad de "género”

Quienes hemos laborado como asesores hemos aprendido lo valioso de la participación de mujeres en el equipo. Hombres y mujeres somos iguales, pero las mujeres tienden a ver soluciones diferentes a las que ven los hombres. Esta diversidad enriquece la discusión y mejora las propuestas. Qué bueno que lleguen más mujeres al Congreso, pero el método propuesto tiene un alto costo, el de mantener para siempre la elección por listas, pues si no hay listas ¿Cómo establecer paridad o cuotas? Tontos serían los partidos si no se hubieran percatado de lo útil de la propuesta de “equidad de género” que algunas organizaciones les presentaron en bandeja de plata. Esta propuesta es nociva, sea que la impulsen con la mejor intención, o para apoyar a la Partidocracia, o para obtener apoyo financiero para sus ONG, o para introducir un Caballo de Troya destinado a abrir la brecha para otras cuotas futuras en la legislatura.

El Transfuguismo en el Legislativo

Que el diputado electo por un partido se pase a otro es, una traición, pero una que no reviste la importancia que se le quiere dar. No pueden traicionarse los valores, principios, ideología o propuestas de un partido que no tiene valores, ni principios, ni ideología, ni propuestas, y los que si los tienen no pierden diputados por transfuguismo. De lo que en realidad trata este asunto, en nuestro real contexto actual, y no en el teórico, es querer otorgarle a una persona o a un pequeño grupo, el poder para controlar un cierto número de votos. Vale señalar que la queja sobre el transfuguismo no nació de “La Plaza”, viene de tiempo atrás y no es claro si surgió de los partidos o de analistas y medios de comunicación. Todo esto sin tener que señalar que aunque mucho pueda arguirse, si se profundiza en la lógica de la propuesta se llega a conclusiones absurdas.

Ilusión vs realidad en la reforma electoral

Quien piense que nuestro Congreso es un parlamento integrado por partidos que representan una diversidad de corrientes políticas, vive en una fantasía o en otro país, y propondrá mejoras que nada tienen que ver con nuestra problemática. Estos no entenderán o no querrán ver lo irrelevante de nuestro transfuguismo, ni la importancia del efecto de las listas en nuestro sistema, y no sería raro que quien obtuviera el crédito de haber impulsado o logrado la “equidad de género” para nuestro Congreso reciba un premio internacional de algún tipo, aunque esa regulación mate la posibilidad de lograr el cambio más importante a buscar: más poder de escojencia para los votantes, y menos poder para las organizaciones y partidos.

Hace unos días el nuevo Presidente del Congreso, en una habil maniobra política (1) hizo pública la lista de empleados del Congreso, sus puestos y salarios, causando un terremoto mediático y se espera que a corto plazo las investigaciones de la CICIG confirmen nuestras peores sospechas. Todo esto debería hacer más clara la realidad que enfrentamos, y las prioridades a establecer para resolver nuestros retos reales y principales, que no son la equidad de género ni el transfuguismo, más sin embargo es posible que estas revelaciones, lejos de descarrilar el vagón de las reformas mal intencionadas, lo acelere, pues aprobar reformas “políticamente correctas” rápidamente será parte del esfuerzo de los Partidos para mejorar su imagen.

El despertar Guatemalteco de Abril 2015

La segunda queja más importante de las manifestaciones ciudadanas, surgió de la frustración de los manifestantes al no sentirse representados en el Congreso por persona o partido alguno, asunto cuya solución pasa inevitablemente por un cambio hacia algún tipo de sistema de elección nominal, en contraposición al actual sistema de listas que debe desaparecer o minimizarse. Es importante expresar nuestro desacuerdo con las reformas sobre equidad y transfuguismo. Estas dos reformas no solo nos desenfocan del problema a resolver sino que, una vez implementadas impedirán las reformas necesarias, pues garantizadas las listas y amarrados los votos de los integrantes de estas, la partidocracia será más fuerte que nunca.

Está de moda decir que todo ha cambiado, que Guatemala “despertó” en Abril. Si es así, entonces no debería ser posible que la Partidocracia nos dé atol con el dedo. Pronto sabremos qué tan despiertos estamos.

Enrique Maza - Guatemala, 20 de Enero 2016.