La Opción Nuclear

Sabemos que nuestras leyes son casi perfectas y que nuestros males resultan únicamente de la perversión de los hombres, sin embargo, ha llegado la hora de modificar con valentía la forma en que elegimos a los integrantes del poder legislativo.

Veamos primero algunas bondades de nuestro sistema. Pido paciencia pues es complicado. Si un votante decide, por ejemplo, que los únicos candidatos que valen la pena son: el tercero del partido más fuerte y el segundo del menos favorecido, ni un matemático experto, auxiliado con una computadora, puede indicarle por cual planilla votar, pero después, cuando el votante se queje del actuar del Congreso, podremos decirle que la culpa es de él, pues inevitablemente habrá votado o por un maleante colocado de segundo en el partido fuerte o de primero en el débil. ¿Entendieron? Complicado pero perfecto. Otra: Si un partido necesita financiamiento ¿y cual partido no? se puede obtener dinero vendiendo un buen lugar en el listado.

Lamentablemente, inconformes de siempre buscan imponer ocurrencias como candidatos de grupúsculos sin partido, o un legislativo pequeño de ciudadanos destacados. Tales ideas son obviamente antidemocráticas. Todas las teorías modernas concuerdan con que el legislativo debe ser una muestra de la población. Esperemos que, algún día, todos logremos el nivel de tolerancia requerido para entender, con orgullo, que si vemos borrachos orinado en las calles debemos ver lo mismo en el Congreso, pues ¡así somos! Y entendámoslo por favor, no importa quién sea diputado sino que es. No se trata de que cada votante tenga quien abogue por sus intereses regionales, o peor aún, por sus ideas políticas, conceptos atrasados y erróneos, sino que el diputado posea características de su “grupo”.

Sin embargo, debido a que los electores a veces no entienden,  ha surgido la idea de forzar positivamente la composición para garantizar la presencia mujeres y otros grupos, estableciendo cuotas fijas para todos los integrantes de nuestra rica diversidad. Esta idea tiene una ventaja adicional: ayuda a preservar el sistema de listas. Ya no será  necesario apoyarse en la menguante tasa de analfabetismo para preservar el voto por lista, bastará con señalar que sin listas no es posible tener cuotas.

La única falla de la propuesta es que algunos congresistas malagradecidos, una vez electos se declaran “independientes”. Esto significa que no solo su partido deja de recibir el porcentaje correspondiente de sus sueldos y negocios, sino que, a la hora de votar, se venden a un precio mayor al regulado dentro del partido, en un sucio mercado sin precio tope. Esto puede remediarse a través de la “opción nuclear” que varios diputados están considerando proponer así:

Las elecciones seguirán con símbolos y listados, para respetar las tradiciones y las cuotas que podamos inventar. Una vez determinados los diputados electos, se da a cada uno un boleto al próximo mundial y una indemnización de 7.8 millones, con lo cual termina su trabajo. Entonces se le entrega al líder de cada partido un certificado que le da derecho a un número de votos en el Congreso igual al número de diputados que hubiera tenido, y ¡ya! ¡No más tránsfugas! Cada partido vota siempre con el peso que el pueblo le ha asignado. Sin duda una brillante idea cuyo tiempo ha llegado.

Originalmente publicado en Siglo 21 el 5 de Octubre de 2013.