El Voto

El voto, responsabilidad abrumadora

Voté por primera vez en Marzo del 74, entonces era Laugerud vs Ríos Montt. Desde entonces nunca he dejado de hacerlo, y aunque ya son nueve elecciones, lejos de sentirlo rutinario la experiencia no deja de parecerme sorprendente. Me asombra el inmenso poder que la democracia me concede, cuando en un breve momento de soledad y en secreto, decido quiénes ocuparán esos cargos que tantos se pelean y que les permitirá a los triunfadores hacer y deshacer más cosas que las que uno quisiera pudieran. Lo decido yo. No lo decide el dinero de la campaña, no lo deciden las bonitas canciones, lo decido yo haciendo una marca en un pedazo de papel. Asombroso. Quien no se asombra no comprende el poder que maneja.

Hace unos días hablé de las elecciones con quien llamaré María, una mujer trabajadora e inteligente, residente en un poblado cercano a la Capital. María, viuda y con un hijo que mantener, viaja todos los días a la ciudad para trabajar.  A sus 35 años, nunca ha votado. ¿Por qué? Dice que no le interesa, que no quiere sentirse responsable de lo que hagan los que ganen, y que no tiene tiempo. Uno pensaría que las elecciones no le preocupan, más no es así.

El voto, mercancía que se compra y se vende

María me ilustra:

“Ojalá este año no hayan problemas. La vez pasada casi queman la alcaldía porque el Alcalde ha quedado ya tres veces y no querían que volviera a quedar. El que quedó de segundo había prometido hacer casitas comunitarias y decía que el Alcalde había traído gente de otros lados a votar. Hubo un tremendo lio, y bochinches en la alcaldía. El que quedó va otra vez, y ofrece, si queda, pagarles la mitad de los libros a los estudiantes.”

“Para estas elecciones Baldizón está dando unas “bolsotas” de víveres cada diez días a los que se afilian al partido, pero no tengo tiempo para meterme a esas bullas y además tendría que votar por él. Doña Sandri está prometiendo Q. 150.00 semanales a los afiliados, pero solo si ella queda. Ella estuvo para el Agatha y se metió a ayudar ahí entre el lodo, también por eso unos la apoyan. El señor del vaso, si queda, va a dar un lio de lámina, no solo a los que hayan votado por él, sino por casa. Esos son los candidatos de los que he oído, además de Jimmy Morales, ja, ja… ¡Va a quedar “Mito” de Presidente!”. María me mira y me pregunta: “Baldizón ofreció un bono quince la vez pasada, eso sí que estaba bueno. ¿Este año ya no?” No, le contesté, este año ya no…

Los analistas dicen que esta elección la decidirá el voto “duro” rural, o sea, que la definirán las bolsas, las “remesas condicionadas“, o sea dinero, las láminas y los fertilizantes. Por eso los manifestantes, mayormente urbanos de clase media, al ver venir, inexorable, un futuro presidente que no quieren, se sienten burlados por el sistema y buscan desesperadamente una solución. Quienes no quieren perder esta oportunidad se las ofrecen por docenas: “Paridad de género, Financiamiento público, Cero transfuguismo, Postergación de las elecciones”. ¡Pamplinas! Hay mucho que analizar, discutir y resolver, pero para la elección presidencial no hay en las propuestas nada que pueda cambiar el resultado. No puede obligarse a la gente a votar “bien”. La mayoría siempre vota pensando en su bolsillo, aquí y en Nueva York, solo que allá el bolsillo se llena con el buen manejo de la economía, y aquí, al igual que en Caracas, se llena con esperanzas, ilusiones y entregas directas a los más necesitados.

El resultado de la elección presidencial es principalmente el resultado de una debilidad inherente de la democracia, combinada con nuestra realidad, que no es bonita, pero que es. Esa realidad que ilustrados teóricos de la ciencia política parecen haber subestimado, pero que ya antes fue utilizada aquí, y que hoy los políticos y los narcotraficantes reconocen y saben aprovechar. Las soluciones, si en realidad se quieren, deberán partir de esa realidad por lo cual tampoco pueden ser bonitas, pero si pueden ser efectivas si ponemos los pies en la tierra, en la nuestra, y no en la de los diques de Holanda.

El voto ¿puede restringirse?

Primero, los programas de asistencia social que se necesiten y se puedan dar, tienen que regirse estrictamente por leyes específicas que garanticen que llegaran solo a quienes en realidad los necesitan y sin que un político se encarame en una tarima para hacer entregas.

Segundo, quien mienta sobre su dirección para votar en un municipio que no le corresponde debe enfrentar tres meses de cárcel. El que miente, no el que lo “acarrea”.

Tercero, si en la mayoría de países de América Latina las fuerzas armadas no votan por ser demasiado influenciables por el gobierno de turno, entonces en nuestro país, y por la misma razón, podrían no poder votar quienes, sin trabajar, reciben dinero o víveres del gobierno.

Esta ultima norma tiene dos defectos. No soluciona situaciones como las de las ex-PAC o la de los maestros de Joviel, y más importante, quien la proponga habrá cometido suicidio político, por lo que nadie la propondrá. ¿Y entonces qué? Pues seamos realistas, aceptemos la “Venezuelización” que nos viene y concentrémonos en lo que más vamos a necesitar: instituciones sólidas que combatan la corrupción, como el Organismo Fiscalizador que hemos propuesto.

Hay que agregar aquí, que los dos últimos gobiernos han requerido como condición para recibir víveres o dinero, el “tener sus papeles en orden” significando esto su DPI y su empadronamiento para poder votar. Quien no se registra para votar no recibe nada, aunque se esté muriendo de hambre. Es interesante que esto no causara escándalo alguno. Las fiscalizaciones de los contrarios se centraron en que no hubiera beneficiarios duplicados y en que no se sobrevaloraran las compras, con alguna protesta eventual cuando a los operarios políticos se les iba la mano y requerían que los beneficiarios no solo estuvieran empadronados, sino que también se afiliaran al partido del Gobierno.

El voto es poder cuando se ejercita

Hay, a pesar de todo, otra posibilidad. Poco después de las elecciones del 74, Guatemala asombró al mundo demostrando, tras el terremoto, que su ejército tenía cuadros capaces y honestos y un pueblo solidario sin barreras entre etnias o clases sociales, y que podía manejar una emergencia enorme mejor que cualquier otro país. Ahora en Mayo nos asombramos a nosotros mismos al ver que personas de muy diferente pensar podían, al menos temporalmente, unirse por un mismo fin. Tal vez en Septiembre nos asombremos una vez más y probemos que podemos encontrar las dos mejores planillas de las posibles veinticuatro que nos presentarán los políticos y las dos mejores opciones a Presidente en lugar de las dos peores.  Nuestro voto es poderoso. Usémoslo. Usémoslo con respeto y sensatez.

Enrique Maza, 14 de junio 2015.


Notas para lectores de otras latitudes: 1.Baldizón: Manuel Baldizón, candidato presidencial que lidera las encuestas. 2. Sandrí: Sandra Torres, ex esposa del ex presidente Colom, candidata a Presidenta y segunda en las encuestas. 3. El Sr. del vaso: Roberto González, candidato a Presidente, en su propaganda sale diciendo que la situación ya le rebalsó el vaso. 4. Agatha: Tormenta tropical que causó inundaciones. 5. Jimmy Morales – Mito: Comediante de televisión, candidato a Presidente, uno de sus personajes es “Mito”. 6. Bono Quince: en Guatemala se pagan 14 sueldos al año (12 sueldos, Aguinaldo y Bono 14) uno más sería el quince. 7. Ex-PAC: Personas mayormente campesinos que forzi-voluntariamente patrullaron sus comunidades durante el conflicto armado y que posteriormente apoyaron a los políticos que se comprometieron a pagarles por su anterior servicio. 8. Maestros de Joviel: Sindicato de maestros liderado por Joviel Acevedo quien periódicamente canjea el voto de sus afiliados a cambio de aumentos salariales.

 

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